de nada
que se escurre
y te amura
el azar
en los caminos que se cruzan
por eso se gasta tinta y papel
tratando de deschavar la encrucijada del destino
en un alto al yugo cotidiano
en la mesa de un viejo bar
o en una habitación solitaria
y sin creer, andar junando que es posible entender
y manguearle la respuesta al yuyo
que creció quien sabe como
en la grieta de un viejo muro.